Capital Federal – Mientras el candidato presidencial radical, diputado Ricardo Alfonsín, se recluyó hasta el domingo en un centro Adventista entrerriano para dejar de fumar, en la UCR hay pocas espadas que sostengan el acuerdo con el diputado Francisco De Narváez. Tan solo su operador bonaerense, Miguel Bazze, y el senador Gerardo Morales están tratando de convencer a la “tropa” alfonsinista acerca del “buen negocio” que es De Narváez. Silencio y desazón en los cuadros medios. En tanto, radicales K aceleran campaña y la Ciudad de Buenos Aires está empapelada.
Alfonsín está recluido hasta el domingo en el Centro Adventista de la Vida Sana, en la localidad entrerriana de Puiggari, a los efectos de tratar de dejar definitivamente el cigarrillo.
Mientras tanto, en Buenos Aires, sus operadores directos, como son el titular del comité bonaerense, Miguel Bazze, y el senador por Jujuy, Gerardo Morales, intentan “medir la temperatura” partidaria y convencer a cuadros intermedios para que no salgan disparados, ante el eventual acuerdo con Francisco De Narváez.
El fuerte desplante que le hizo el Gen y el socialismo bonaerense a esa idea del alfonsinismo, está paralizando la campaña que el hijo del ex presidente Raúl Alfonsín venía haciendo en todo el país.
En tanto, en distintas ciudades se suspendieron actividades, actos y recorridas, y hay una especie de “estado deliberativo”.
La idea de Alfonsín de acordar con De Narváez puede caerse porque no hay consenso en la UCR para consumarla. Y una prueba de ello es que ningún dirigente de peso salió a respaldarla, y tampoco lo hicieron los alfiles de Alfonsín, más allá de los autores intelectuales de esa idea: Morales y Bazze.
Antes de ayer Stolbizer y los socialistas bonaerenses se sacaron una foto que fue una puñalada en el corazón radical. Ellos ratificaron su acuerdo progresista y dijeron que no quieren saber nada con De Narváez. En una foto y un par de párrafo resumieron la reunión que el martes tuvieron la propia Stolbizer con Alfonsín, en la oficina de este último, en la porteña avenida Santa Fe.
Por estas horas, el acuerdo con De Narváez no lo compran ni los intendentes radicales ni mucho menos los dirigentes que no son gobierno en sus distritos. “Ni los radicales podemos votar a un peronista conservador para la gobernación, ni los peronistas van a votarlo a Alfonsín como presidente. Esto es negativo, nos pone en rojo. Se nos va la tropa con Elisa Carrió o con Margarita Stolbizer”, razonan en los distritos.
De todos modos, en los plenarios del alfonsinismo “bazzista” por ejemplo, se machaca con las supuestas bondades del acuerdo: “es la forma que tenemos de ganar”, dicen una y otra vez.
Alarma por Binner
En tanto, el gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, también se anotó en los que no quieren saber nada con armar con De Narváez. Ese hecho motivó a que la semana próxima mantenga una reunión con la cúpula radical, y de ahí dependerá gran parte de los acuerdos electorales para este año.
Radicales K
En tanto, en las últimas semanas aceleró con velocidad el armado K de los radicales. Por caso, el dirigente porteño Marcelo Montero, de llegada al ministro de Planificación Julio De Vido, hizo una pegatina gigante en la Ciudad de Buenos Aires en donde aparece mandando un claro mensaje “concertador”, y una frase dirigida a sus adversarios internos en la UCR: “No a los empleados del mes ni a las corporaciones”.
Además, una veintena de intendentes cordobeses, como el de Villa Dolores, Juan Manuel Pereyra, trabajarán con el FpV de esa provincia, y por la reelección de Cristina F. de Kirchner. Ellos también tienen puente con De Vido, al igual que algunos bonaerenses como Pablo Guacone, de San Pedro, o Raúl Iribarne, de Monte.
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